Como hace tiempo no sucedía, durante unas horas, Argentina se paralizó totalmente por un partido de tenis. Por la cuarta ronda de Roland Garros, Francisco Cerúndolo estuvo muy cerca de dar el golpe ante Novak Djokovic, pero terminó cayendo por 6-1, 5-7, 3-6, 7-5 y 6-3, tras más de cuatro horas y media de partido.
El encuentro comenzó muy adverso para el porteño de 25 años, 27° del ranking ATP; cometió muchos errores no forzados (13), y el serbio, muy sólido, no se lo perdonó, llevándose el parcial por 6-1.
A partir del segundo set, la historia cambió. Djokovic empezó a evidenciar algunas molestias físicas, algo que Cerúndolo aprovechó. A pura potencia desde el drive, pero también muy sólido desde el revés, emparejó la historia; y luego de desaprovechar algunas chances de quiebre, terminó quedándose con el saque del serbio en el momento justo, para cerrar el set por 7-5.
En el tercer set, se mantuvo la tónica. Aunque estuvo algo más errático, Cerúndolo siguió con su juego agresivo, tomando la iniciativa, mientras que Djokovic, cansado y fastidioso, erró bastante. Así, el argentino se llevó el parcial por 6-3, para quedar tan cerca, y tan lejos, del batacazo.
Y más cerca aún estuvo en el cuarto set, donde logró quebrar el saque de su rival primero, y llegó a estar 4-3 arriba. Sin embargo, Djokovic recuperó el quiebre, y con Cerúndolo sacando 5-6, volvió a quebrar, para llevarse el set por 7-5. Todo, entonces, se definía en el quinto set.
De arranque, el serbio logró quebrar y ponerse 2-0, y todo parecía acabarse rápidamente. Sin embargo, Cerúndolo recuperó el quiebre, y mantuvo la paridad y la incertidumbre hasta el final, pero la balanza terminó de inclinarse a favor del serbio, que quebró nuevamente y, con su saque, cerró el set por 6-3, para llevarse una victoria más que trabajada.
A pesar de la derrota, enorme actuación de Cerúndolo, que enfrentó por primera vez a su ídolo tenístico, en la cancha central (Philippe Chatrier) del Grand Slam que más suelen disfrutar los tenistas argentinos. Como seguramente lo hizo el porteño, pese al resultado final.